Determinación, vocación y amor por la bandera.

 

Cuando se posee una misión que amamos no necesitamos ayuda de nadie para realizarla, somos nosotros mismos los encargados de convertirla en una realidad. 

¿Qué es Colombia hoy? Quizás para muchos puede ser sencillamente un país, para los jóvenes el lugar donde por cuestiones divinas nacieron, para los ancianos, el país donde entregaron los años de su vida, Sin embargo, creo que esa mentalidad debe cambiar, Colombia es mucho más que eso, y quizás haya muchos más soñadores como yo, quienes dentro de esta columna se podrán sentir plenamente identificados, a todos ustedes mi admiración, amar a un país es una misión compleja, pero aquí estamos y aquí nos quedaremos. 

Yo me considero un soñador, pero no como entendemos la palabra soñador hoy en día, si no, que al contrario siento una convicción y un ideal que realmente debe tener un soñador, no de una manera de cliché como frecuentemente la observamos en la actualidad. 

Hay algo que siempre he envidiado de países como Estados Unidos, La federación Rusa, China y últimamente también de países como Perú e incluso El Salvador, y esa admiración deriva en el amor hacia la nación pero principalmente hago alegoría de su amor por la bandera, ¿por qué Colombia no es así? La bandera es un ícono patrio inviolable, es realmente un estandarte que debe ser respetado a toda costa, un emblema que refleja la cobija puesta sobre todos nosotros, nos recuerda la misión que se nos ha sido encomendada y finalmente nos hace conmemorar la unidad nacional (expuesta en columnas previas) que todo colombiano debe buscar en su existencia. 

Hace unos días, tuve la oportunidad de encontrarme en una acto de plaza pública de la mano del movimiento que actualmente milito, sin duda alguna considero que ha sido una de las experiencias mas hermosas que he vivido, logrando incluso desbordarme a las lágrimas. Ahora, les comento esto porque quiero recalcar esta experiencia y reflejarla en el mensaje que deseo enviarles. Durante el momento en el cual me encontraba expresando mis opiniones e ideas respecto a la situación actual del país, no podía parar de pensar en una sola cosa, siendo esta: La bandera de nuestra nación, mientras que de manera simultánea hacía contacto visual con una pequeña Colombianita, la que bajo mi apreciación oscilaba una edad de alrededor 3-4 años quizás. Esto lo plasmo en palabras porque creo que fue ese el punto de inflexión dentro de mi acto, en ese momento en mi mente solo transcurría un solo pensamiento y era el siguiente: El futuro de esa niña bajo la bandera de Colombia. Debo confesarles que me inundó un sentimiento de temor, de melancolía, me sentía aterrorizado de lo que posiblemente esa persona tendría que vivir en un futuro, pero una vez más llegaron los sentimientos y los pensamientos que me orientaron o posiblemente alejaron de aquellos malos pensamientos. 

Colombia históricamente ha sido una nación fracturada, eso no es secreto, se ve reflejado desde los cimientos de nuestra independencia e incluso hasta el día de hoy, a pesar de ello hemos sabido salir adelante y puedo sentenciar, somos un país digno del cual debemos sentirnos orgullosos. Ahora, volviendo a la idea anterior de la bandera y la niña, fue una situación que me dejó pensativo porque me limitaba a pensar una sola cosa y era ¿Por qué Thomas se estaba preocupando por una niña que acaba de conocer y la cual quizás jamás volvería a ver? La respuesta la encontré después de un gran proceso pensativo. 

La conclusión que logré obtener fue que comprendí que esa persona que aún está dando sus primeros pasos como persona siempre tendrá algo en común conmigo y es que así como yo soy colombiano y ella probablemente también lo es, existe un ícono patrio que siempre nos amparará y acobijará, siendo este nuestra gloriosa bandera, la misma que dejó en alto el nombre de la república en las melancólicas montañas de la península de Corea y la que porta con sus tres colores, grandes próceres sumergidos en las infinitas gestas que ha tenido Colombia.  

Para finalizar esta columna, solo quiero recalcar el compromiso que nosotros como colombianos tenemos con la patria, un compromiso vitalicio, con muchas dificultades y que emprende una responsabilidad colosal, donde no se juega el presente si no que además se cosecha el futuro y se enaltece el pasado, pero una misión la cual con mucho amor y trabajo podrá ser acarreada de manera satisfactoria hasta que cada uno de nosotros abandone este mundo habiendo cumplido nuestra encomiendo más valiosa. 

Mencionaba inicialmente la convicción de unos países hacia su bandera, sin embargo, creo que en Colombia sí puede ser así, donde hoy y mañana trabajemos por un país de soñadores, siempre acompañados de una gran determinación, vocación y un interminable amor por la bandera. 

 



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