Reflexiones sobre la reacción y la tradición


En los días pasados, fuimos testigos de un fenómeno que he venido mencionando dentro de mis columnas con el pasar de los meses. Era inédito creer, que la llamada izquierda colombiana no fuera protagonista dentro de esta contienda electoral. Es irrefutable e irrealista desconocer, que sus fuerzas aumentan constantemente, han sido bien consolidadas y se fundamentan bajo un discurso tergiversado de la igualdad y la justicia social, digo tergiversado porque carecen de todo tipo de estructuración y se limitan a reproducir contenido de otros lugares del continente e incluso acontecimientos históricos del pasado. La izquierda colombiana ha presentado con éxito una teoría del odio y división social, una cuestión de los de arriba y los de abajo, que se ha trasladado de las palabras a los hechos. Creo que solo basta con ver las expresiones de Francia y Bolívar para entender este concepto, la primera dice gomelos ricos y el segundo oligarcas. ¿Qué se les puede recriminar? han sido muy inteligentes en su actuar, han sido unos populistas construídos y además, han aprovechado las oportunidades brindadas por el gobierno para desestabilizar la nación y asumir un papel protagónico, mostrándose como los mesías de un pueblo desolado y subordinado a una clase política opresora. 


Aquello que mencioné previamente, considero que tiene un orígen dentro de nuestra forma de pensar, esto lo construyo bajo una normativa histórica, la cual sirve para reflejar lo que vivimos en el presente con acontecimientos del pasado. El colombiano tiene una tendencia caudillista, el que diga lo contrario me gustaría invitarlo a que reevalúe a Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán y en su defecto a Gustavo Rojas Pinilla entre muchos otros. Los caudillos no han funcionado, no podemos constantemente estar elevando personalidades a la cúspide del éxito sin verdaderamente entender lo que proponen y cómo pretenden realizar su pensamiento. 


Ahora, sería un error decir que el caudillismo en Colombia debe ser removido, principalmente porque ya ha sido impregnado dentro de nuestro pensamiento, motivo por el cual sería atacar nuestra identidad al pretender remover este concepto. Sin embargo, aunque está impregnado no necesariamente impide que sea cuestionado. La palabra caudillo, la hemos visto presente constantemente producto de una condición histórica, e incluso ha sido empleado en otros lugares del mundo, es decir, no es una condición meramente tercermundista como es el caso de Colombia, al contrario, creería que hemos adoptado este pensamiento de la sociedad europea. 


Colombia, un estandarte completo de caudillos, demostró en días pasados que esa cultura aún no la hemos perdido, sino que la hemos desarrollado de manera notoria. Gustavo Petro, sin duda alguna, demostró que sus maquinarias están bien engrasadas, y que en general su campaña presidencial transcurre de la manera que desea, sin embargo, relacionemos a este personaje con el concepto del cual hablábamos previamente. 



Petro, pretende ser una sombra inexistente de Gaitán, eso es una realidad y le hemos podido hacer referencia a esta idea en los años pasados, atentando en contra de la historia y del ideario constituído por este disidente liberal. Además, vemos sus concentraciones en plaza pública, las pancartas de Gaitán, las expresiones y referencias de Gaitán, la interpretación de la situación del país bajo una lupa gaitanista. En conclusión, tenemos una persona que pretende reencarnar en tiempos modernos, una figura histórica e importante como lo fue Gaitán, desolando la leyenda engendrada por su asesinato. Petro, no hace esto porque admire a Gaitán (puedo estar equivocado), sin embargo, creo que sí lo hace a partir de la necesidad que exige ser un caudillo criollo, caudillo que no cumple con los requisitos y además, no tiene realmente un sustento intelectual profundo. A pesar de ello, al no tener (hasta ayer) realmente un contrincante fuerte (veremos que sucede con Federicco Gutiérrez) no se puede esperar menos, ya que la preparación electoral de Petro no es de meses, sino, de años, específicamente ocho años, lo que demuestra la ventaja que tiene sobre una contraparte ideológica de la cual hablaré a continuación. 


Hablé en el párrafo pasado esa idea de contraparte ideológica, entendamos esta contraparte como la existencia de una fuerza política que abarca un ideario opuesto al de Petro o la izquierda colombiana. Inicialmente pensaríamos en el concepto derecha colombiana pero yo les pregunto, ¿realmente existe la derecha colombiana? Y de ser así, ¿cómo la definimos? Desde mi perspectiva no existe, el concepto derecha es sinónimo de ambigüedad y confusión, no existe una categorización sobre las bases de este concepto, su aplicación es inexistente, y su vínculo con el pueblo se ha desgastado notoriamente, tanto, que vimos lentamente, cómo las  cámaras del congreso caían en las manos de una lista que deja mucho qué pensar. No obstante, considero que no podemos caer en el error de juzgar, atacar u opinar antes de actuar, muchas personas vociferan, gritan, lloran y se asustan, mientras que la pregunta real se desprende de las acciones, ¿qué hicimos para evitar que esto sucediera? ¿Estados de WhatsApp? ¿cadenas de mensajes de texto? ¿ataques en redes sociales sin fundamento? Y así podría continuar con preguntas de esa misma estirpe. Es notoria la ausencia de organización, estructura y planes de trabajo que tiene la derecha colombiana, aún así pretenden ser una fuerza política dominante. 


La unificación de las ideas debe ser una pulcra y transparente, los egos, las envidias y las diferencias existentes deben ser trasladadas a un segundo plano, aquí se juega el futuro del país, de nuestros hijos y de la prevalencia de un orden republicano - constitucional que caracteriza a la nación colombiana. Sin embargo, antes de poder plantear esa unificación, debemos entender que nuestra forma de pensar y actuar referente a la política moderna, debe ser presentada bajo dos cánones que servirán de guías: la reacción y la tradición. Ambos fungen como preceptos que nos orientan hacia una ideología estructurada, a pesar de ello, considero pertinente describir ambos aspectos desde mi perspectiva para así poder ser entendidos de la mejor manera. 


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